Desde 1964, para conmemorar la muerte de Gandhi, se celebra el 30 de enero el Día Escolar de la No Violencia y la Paz, reconocido por la UNESCO en 1993.
En ésta fecha se recuerda la necesidad de la educación para la tolerancia, la solidaridad, el respeto a los Derechos Humanos, la no violencia y la paz.
viernes, 29 de enero de 2016
" Historia de una vida"
FRENTE AL MAR…
Eran
las ocho de la mañana, el día estaba gris y el cielo anunciaba
lluvia. Hacía frío y aunque llevaba unos guantes de lana, sus
manos apenas podía sentirlas. Había dormido mal, le dolía el
cuello, la espalda y las piernas de tenerlas encogidas. Unos
cartones amplios, recogidos del supermercado SOL eran su cama y la
calle su casa ,¿ comer?, buscaba en el contenedor dónde los
empleados del supermercado tiraban aquella comida caducada o a punto
de caducar y por supuesto nunca podía faltarle su cartón de vino.
Se había hecho a esa vida, él, que algún día perteneció a una
familia de clase media alta , su padre militar con grado y su madre
un ama de casa como tantas mujeres de esa época. Pero un mal día
su padre perdió la cabeza, allá en el cuartel Militar, no conocía
a nadie, se sentía vigilado, perseguido y pensaba que todos los que
allí se encontraban venían a por él, el miedo se apoderó de él y
sacó su arma, disparando sin parar a todos los que allí estaban,
seguidamente y tras el revuelo que produjo todo aquello en el
cuartel, se personaron algunos jefes para conocer lo que allí
ocurría y tras pedirle que soltara el arma varias veces y hacer éste
caso omiso, le dispararon en la cabeza, cayendo sin vida de forma
fulminante al suelo.
El
comienzo de su nueva vida no fue grato y sobretodo teniendo en cuenta
que tras morir su padre contaba sólo con ocho años. Su madre, se
consumía en su tristeza , hundida emocionalmente y económicamente,
no levantaba cabeza y era incapaz de siquiera traer comida a casa
para su hijo. La vergüenza y el temor a personarse en el cuartel a
pedir ayuda, la bloquearon, impidiendo sobreponerse ante tan grave
situación, olvidando a la persona que más quería, su hijo.
La
casera, venía cada día para pedirle que le abonara el alquiler de
la casa que habitaban, ( ciento cincuenta pesetas al mes ) ya que
debían varios meses, pero su madre no era capaz de enfrentarse
tampoco a la casera, así pues, no abría la puerta.
Recordará
siempre aquel día, en que al llegar a casa vio a su madre sentaba
en la escalera, junto a sus enseres y otras pertenencias, lloraba y
lloraba, pero una vez más, sin tomar decisiones ¿ qué podía
hacer?, sus tíos vivían bastante lejos y desconocía cómo ponerse
en contacto con ellos, no conocía a nadie, él era pequeño y no
sabía buscar solución a ese gran problema. Su madre avergonzada,
escondía la cabeza, esperando que llegara un milagro, que por
supuesto nunca llegó.
Decidió
Ildefonso que así se llamaba, dejar los muebles y llevarse los demás
enseres con ellos, a ningún lugar por supuesto, pues no sabía a
dónde ir, andaban y andaban y cuando llegó la noche, él y su madre
cogieron algunos cartones y sacaron de su maleta unos mantas y se
pusieron a dormir cerca de aquel supermercado (SOL), entonces una
pequeña tienda.
Su estómago se quejaba , durante todo el día no había comido nada, esa noche, apenas pudo dormir, el frío, el estómago vacío, dolor de espalda y piernas. Pero nada de quejarse se decía así mismo, se levantó y se fue a la tienda que se encontraba a unos metros de donde su madre y él tenían su campamento, pidió algo de comida, contando a la dependienta que estaban durmiendo en la calle a unos metros y que no tenían nada que comer, ésta se portó bien, les dio dos panes chicos y unas latas de conserva, además de un cartón de leche (pensando en él). La madre estaba todo el día allí junto a su maleta y sentada en los cartones, unas veces cantando y otras hablando sola, poco a poco perdía la cabeza. Nunca pedían dinero, pero las gentes que por allí pasaban, cuando salían de la tienda siempre les dejaban algo, pan, queso, latas de conservas, leche y algunos, monedas, con ellas podía comprar algo de vino para entrar en calor.
Los vecinos los aceptaron de buen grado, sin darle apenas importancia a la imagen que aquella zona pudiese dar. Sabían que eran muy buenas personas, incapaces de hacer daño y que la vida les había maltratado como podía haberlo hecho con cualquiera de ellos , les ayudaban en lo que podían , que no era mucho. Los días de lluvia se resguardaban, aunque un poco apretados, en una vieja garita inutilizable y que en su día dio cobijo a un guarda coches. También la utilizaban para dejar allí aquellas pertenencias que no iban a necesitar.
Con los años, su madre estaba cada vez peor, la situación en la que vivía era de un deterioro físico y psicológico tremendo, de unos cincuenta y cinco años de edad y que le hacían aparentar setenta. Sus huesos estaban deformados y doloridos, la cabeza perdida y apenas podía dar dos pasos. Uno de sus vecinos avisó a los servicios sociales, con la sana intención de que ayudaran a esa familia, pero éstos tras conocer la situación por la que estaban pasando, decidieron que la madre de Ildefonso debía ser ingresada urgentemente y que él tendría que acudir al hospital igualmente a hacerse algunas pruebas y conocer si padecía alguna enfermedad, a lo que él se negó, permitiendo en cambio que su madre sí fuese hospitalizaba.
Sus días iban pasando, sin la compañía de su madre, lo que le daba mayor libertad para poder moverse de un lado a otro, paseaba por aquel paseo marítimo abierto y lleno de vida, de claridad, miraba el mar y se perdía en él ,se adentraba buscando esa paz y satisfacción interior que tantas veces había encontrado siempre frente al mar. Pero echaba en falta a su madre, esa pobre mujer incapaz de tomar alguna decisión, siempre cabizbaja, triste, sorprendida del giro que había dado su vida y que nunca aceptó su nueva situación, esa mujer perdida en un pasado remoto para él y que ya no existía, envuelta en un sueño que le hizo perder el norte de su vida. Pero estará mejor allí, se decía, cuidada y protegida del frío, del hambre, del dolor , del desconsuelo y del mal vivir.
Él seguía ahí, teniendo que sobrevivir ante tanta desesperanza. Andaba de un lugar a otro buscando fuerza y calor, pero siempre volvía al mismo sitio, a aquel dónde realmente lo conocían y entendían su situación. Sus paseos duraban horas , siempre con su carrito a cuestas por si encontraba algo interesante que poder guardar o algo que le aliviara sus tristes y frías noches.
Sus barbas largas y rubias, le llegaban al pecho, pero siempre aseadas y de buen ver. Todos se preguntaban cómo en la situación en que vivía podía mantenerse limpio, pero no existía respuesta, pues él nunca hablaba de sí mismo.
Una mañana de primavera, Ildefonso no se levantaba de esos cartones en los que dormía cada noche, un vecino alarmado fue a llamarlo pensando que podía haberle ocurrido algo, pero él no contestaba, llamaron a urgencias solicitando una ambulancia, que en cinco minutos estaba allí , intentaron reanimarlo, sin resultado, pero sabían que aún estaba vivo, subido a la camilla, lo montaron en la ambulancia con destino al hospital, su salud era bastante pésima, su corazón se ausentó por momentos, creyendo que lo perdían, pero consiguieron reanimarlo. Su cuerpo en sí, estaba débil y sus huesos, empobrecidos de calcio, le ocasionaban dolor y pérdida de movilidad. Pero era fuerte. Así habían respondido los médicos a Manuel, el vecino que llamó a la ambulancia, cuando no pudo despertarlo.
Desde aquel día, Ildefonso no apareció más por allí. Sus señas de identidad quedaron marcadas en el habitáculo, ( si se le podía llamar así) dónde él había pasado tantas noches, allí quedaron guardados sus enseres y pertenencias, esperando que algún día apareciera. Tenía treinta y cinco años y sin embargo se podía decir que los años habían pasado intensamente por él, ya que en apariencia eran cincuenta y tantos.
Probablemente en el hospital tendría una mejor vida o al menos una mayor estabilidad y comodidad que la que había tenido siempre, pero también es cierto, que él estaba hecho a esa otra vida que era suya y de nadie más, una vida intensa y libre e independiente y propia. Se dice, que no soportaba el estar todo el día encerrado y controlado por aquellas gentes y se volvió loco, loco de rabia e impotencia y fue ingresado en el hospital psiquiátrico, dónde aún permanece.
ARBOLEDA ( Gemma Colunga Valle)
(Sección adultos).
18/05/2010
Hola, buenas tardes desde éste pequeño y serrano pueblo, Zahara de la Sierra. Un pueblecito de unos 1.500hab. y que se encuentra en pleno Parque Natural de la Sierra de Grazalema en la provincia de Cádiz.
Me llamo Gemma y quiero empezar a hacer de éste Blog, un lugar para tod@s, dónde con respeto y educación se pueda participar e informar y sugerir sobre temas literarios, culturales, deportivos, etc.
Un saludo desde éste Blog cuyo título es Amanecer y al que me gustaría poderle dedicar todas las semanas algún tiempo.
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